
Estaba ahí, plasmado en la página dos
criatura divina de Dios,
creí sentir su aliento,
creí escuchar su voz...
y de pronto, un lamento,
ya no mas el, ya no mas yo,
y al pasar la página, huyó.
Pero cruel es la fortuna
que inmortalizado está
y en mi corazón la cuna
tras de sus letras va,
sin esperanza alguna
de un tal vez, de un quizás
y un lapicero en ayuna
sueña que volverá.
Daylin H.