Al subir las escaleras del destino
en el rincón donde se guardan las canciones
donde hablan de la vida los que saben del buen vino
se desnudan agotados corazones.
Al doblar la esquina del despecho
donde al viento se le escapa una sonrisa
ahí en ese lugar, un paraíso sin techo
me despeina las pestañas una brisa.
En ese lugar de marcos sin puertas
de entradas sin salidas y reliquias anticuadas
pululan mis fantasías, unas vivas, otras muertas,
y recurren muchos sueños en la almohada.
Daylín H.
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